Y de repente se fue, sin decir nada.
Estuve horas, días, incluso meses sentada
esperando una llamada
que anunciase su vuelta.
Pero eso nunca ocurrió.
Ni ocurrirá.
Sólo me queda aprender a vivir con su indiferencia.
Estuve horas, días, incluso meses sentada
esperando una llamada
que anunciase su vuelta.
Pero eso nunca ocurrió.
Ni ocurrirá.
Sólo me queda aprender a vivir con su indiferencia.
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